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      Crisis De Los Misiles En El Caribe: Aprendiendo De La Historia

      Por Héctor Igarza Cabrera
      Embajador de Cuba en Canadá

      Muchos políticos, intelectuales, pacifistas e ideólogos han comentado estos días los peligros de que el conflicto armado entre Rusia y Ucrania pueda desembocar en una guerra nuclear, aludiendo a la crisis de los misiles en el Caribe ocurrida precisamente en el mes de octubre de 1962.

      Lo que se presenta como una crisis de varios días hace 60 años omite por error, ignorancia o mala fe, las verdaderas causas que originaron el peor momento de tensión durante la llamada Guerra Fría. Señalan que el conflicto comenzó cuando los estadounidenses descubrieron que los soviéticos estaban instalando armas nucleares en Cuba. Error.

      La Crisis de Octubre forma parte del enfrentamiento histórico entre Cuba y Estados Unidos, cuyo objetivo permanente es destruir por completo la Revolución Cubana, que alcanzó su triunfo final en 1959 en una larga guerra que comenzó en 1868, primero contra España y luego contra los Estados Unidos de América.

      Las autoridades estadounidenses nunca han perdonado a Cuba la primera y única gran derrota militar en el continente americano, que fue la fallida invasión de Bahía de Cochinos (Playa Girón), en la que las milicias populares necesitaron menos de 72 horas para poner fin a la agresión.

      Sin embargo, durante la Crisis de Octubre no hubo un enfrentamiento militar como en Girón, ni se utilizaron armas convencionales o nucleares.

      ¿Por qué los soviéticos decidieron enviar misiles a Cuba y Estados Unidos respondió con el bloqueo de la isla?

      La crisis de los misiles nucleares fue el resultado de la escalada de agresiones de Estados Unidos que, a través de la Operación Mangosta, preveía nuevas agresiones, una invasión mayor, combinada con operaciones de sabotaje, destrucción de bienes económicos, planes de asesinato contra los dirigentes de la Revolución, infiltraciones, ataques piratas, bombardeos a la Ciudad de La Habana y objetivos económicos y sociales, entre otros, acompañados de una fuerte dosis de propaganda dentro y fuera de la Isla.

      El presidente estadounidense Dwight Eisenhower había apoyado al dictador cubano Fulgencio Batista y no estaba interesado en llegar a un entendimiento con la nueva Cuba de 1959.

      Entre 1959 y 1961 Eisenhower hizo todo lo posible e imaginario para evitar que el nuevo poder revolucionario se consolidara. Por eso, lo primero que hizo fue dar refugio a los criminales de guerra que habían asesinado a más de 20.000 cubanos y que huyeron a Estados Unidos para luego regresar como mercenarios por Playa Girón.

      La CIA y Eisenhower personalmente llegaron a la conclusión de que una forma de eliminar el ejemplo de la Revolución Cubana era asesinar al líder cubano Fidel Castro e invadir la Isla.

      La Dirección de la Revolución aceptó la instalación de armas estratégicas basándose en el principio del derecho a la defensa nacional y también por la solidaridad existente en el campo socialista de entonces. Por lo tanto, la decisión no fue tomada sólo por Nikita Jrushchov o la Unión Soviética, sino a través de un Acuerdo de Ayuda Mutua y Asistencia Militar.

      Y es que los cohetes en Cuba significaron un factor disuasorio frente a las intenciones de Estados Unidos de invadir la Isla. Su proximidad al territorio estadounidense representaba un factor de equilibrio de fuerzas entre ambas potencias contendientes.

      Por esto, el Gobierno Revolucionario llegó a la conclusión de aceptar la instalación de los cohetes tras comprobar un largo historial de agresiones por parte de Estados Unidos que ponía en grave peligro la seguridad nacional cubana.

      La administración de John F. Kennedy no cambió su política hacia Cuba. Durante su campaña ya había exigido el apoyo de mercenarios cubanos para llevar a cabo los planes de invasión que había heredado de Eisenhower. Por eso no fue difícil para la CIA convencer a Kennedy de que la invasión de Bahía de Cochinos era necesaria.

      El año 1961 comenzó con un deterioro de las relaciones consulares entre ambos países. El 3 de enero, el gobierno estadounidense rompió las relaciones con Cuba, cumpliendo así una aspiración manifiesta del presidente Eisenhower.

      Cuando John F. Kennedy asumió la presidencia el 20 de enero de 1961, mantuvo su política agresiva hacia la isla. En su primera conferencia de prensa, informó que no tenía planes de restablecer las relaciones con Cuba. El 31 de marzo, eliminó la cuota de azúcar cubana en el mercado norteamericano para el resto del año 1961.

      Llegaron los días de Playa Girón, precedidos por el sabotaje de objetivos económicos civiles y el bombardeo de los aeropuertos cubanos el 15 de abril, este último con el objetivo de destruir la incipiente fuerza aérea del Ejército Rebelde.

      El plan previsto para la invasión estaba muy claro para quienes lo formularon: tomar una cabeza de playa, mantenerla e implantar un gobierno títere que habían preparado en Florida. Luego solicitarían el reconocimiento de Estados Unidos y de sus aliados en la Organización de Estados Americanos (OEA), además de pedir ayuda al ejército estadounidense.

      Playa Girón no sólo fue una derrota para el Imperio, sino también para los hermanos Kennedy en un plano personal íntimo, por lo que Cuba ha adquirido desde entonces una connotación especial para la administración, en particular para el presidente, que desde entonces juró vengarse de la humillación sufrida.

      El desastre de Bahía de Cochinos explica el porqué de la decisión de Kennedy de invadir Cuba, pero ahora con el ejército estadounidense, lo que llevó a crear el ambiente que proporciona las condiciones para el inicio de la Crisis de Octubre.

      Sólo diez días después del final de la invasión de Bahía de Cochinos, el presidente, su Estado Mayor y la CIA revisan un plan de contingencia para el despliegue de tropas estadounidenses en Cuba y calculan que para obtener el control total de la isla en ocho días necesitarían 60 mil soldados.

      La invasión de Cuba se produciría en los últimos días de octubre de 1962 y para ello Kennedy se reunió con un grupo de exiliados cubanos, encabezados por José Miró Cardona, presidente del Consejo Revolucionario Cubano, el mismo que tenían previsto como presidente para Cuba si la invasión de Bahía de Cochinos hubiera tenido éxito.

      A diferencia de lo que había ocurrido con la invasión mercenaria de Playa Girón, el Pentágono pasó a primer plano en relación con los planes contra Cuba.

      Mientras proseguían los preparativos para una invasión de Cuba, la isla también seguía potenciando sus relaciones con los países socialistas, especialmente con la URSS, que desde hacía tiempo era una preocupación permanente de Estados Unidos.

      En septiembre de 1962 se firmó un segundo acuerdo con la Unión Soviética por el que Cuba recibió un suministro de armas convencionales por un importe de 149 millones 500 mil dólares.

      El 5 de octubre de 1962, se presentó el Memorando 100 de Acción de Seguridad Nacional, titulado "Plan de Emergencia para Cuba", mediante el cual se ordenó al Departamento de Estado, "... evaluar las posibles vías de acción abiertas a los Estados Unidos si Castro fuera retirado de la escena cubana, y preparar un plan emergente con el Departamento de Defensa para la intervención militar, si fuera necesario".

      Con el criminal sabotaje del vapor La Coubre el 4 de marzo de 1960, la CIA ya había dado pruebas más que suficientes de hasta dónde estaba dispuesta a llegar para impedir que Cuba adquiriera capacidad defensiva.

      Junto con los preparativos de la invasión, la administración Kennedy desató una campaña de acoso contra Cuba, tanto en la OEA como con el apoyo de algunos gobiernos latinoamericanos.

      Los temas de preparación para la agresión militar continuaron, e incluso antes de la Crisis de Octubre, el Plan Mangosta ya estaba operando con relativa independencia, dirigido al más alto nivel de la administración por Robert Kennedy, todo ello basado en un único y supremo objetivo, derrocar al Gobierno Revolucionario utilizando todos los medios necesarios.

      La creación, organización, financiación y dirección de las bandas de mercenarios infiltradas en Cuba para crear terror entre la población civil, reactivadas después de Playa Girón, tenían como principal objetivo político hacer creer a la opinión pública mundial, en particular hemisférica, que en Cuba existía una guerra civil entre partidarios del gobierno y una oposición organizada, todo ello con el fin de dar legitimidad a la contrarrevolución armada interna.

      Al igual que en los momentos previos a la invasión de Bahía de Cochinos, Cuba desarrolló una campaña de denuncia en América Latina y en las Naciones Unidas, donde las acciones contra la Isla, por parte de la administración Kennedy, tenían el objetivo preciso de presentarla como un paria de las relaciones internacionales y como una nación incompatible con las normas de convivencia dentro del hemisferio impuestas por Estados Unidos.

      Estas son las razones fundamentales que permiten comprender por qué la crisis no comenzó con la instalación de los cohetes en Cuba, sino mucho antes.

      La Crisis de Octubre tampoco duró trece días. Duró desde el 14 al 16 de octubre, cuando Kennedy tuvo conocimiento oficial y verificado de la existencia de cohetes nucleares en Cuba, hasta el 30 de noviembre, cuando se fijaron las posiciones respecto a los acuerdos finales de la crisis.

      Concentrar la crisis en los trece días ha sido entenderla sólo desde la perspectiva del tiempo que los misiles permanecieron en Cuba. Otra forma de decir que fue la presencia de los misiles en Cuba lo que determinó la crisis.

      La crisis también tuvo varios inicios. Para Cuba, comenzó desde que Eisenhower inició su campaña de hostilidad contra la Isla. Para la administración de Estados Unidos, desde que tuvo conocimiento comprobado de la existencia de los cohetes en Cuba. Mientras que para el mundo y los pueblos de Estados Unidos y la URSS, comenzó cuando el presidente Kennedy pronunció su discurso a la nación el 22 de octubre, proponiendo las primeras medidas de respuesta.

      Las medidas anunciadas por el presidente Kennedy fueron las que realmente pusieron en peligro la paz mundial, debido a su naturaleza bélica y altamente agresiva. Kennedy no se comprometió a nada formalmente, o a algo que no pudiera comprometerse ventajosamente.

      Todo quedó en palabras y letra muerta. Sólo se consiguió la retirada de los cohetes Júpiter de Turquía, aunque sustituyéndolos entonces por los Polaris montados en los submarinos. La promesa de no invadir Cuba fue aún más relativa, pues Estados Unidos continuó hostigándola, invadiéndola a pequeña escala y sometiéndola continuamente a todo tipo de agresiones, que han obligado a la isla a soportar el costo de la seguridad nacional, siempre en peligro.

      En realidad, Estados Unidos, durante estos más de 60 años, no ha invadido Cuba a gran escala, no porque le importe el acuerdo de 1962, sino porque el costo político y hasta militar que tendría sería prácticamente impagable. También, porque como nunca antes, hay hoy muchas personas, instituciones y políticos razonables en Estados Unidos, que se opondrían firmemente a una locura como esa.

      Sólo la valiente e intransigente posición del Directorio cubano, de no dejarse inspeccionar, exigir respeto, actuar contra los vuelos rasantes e impedir a toda costa que se le coaccionara, junto a la valiente y decidida actitud del pueblo, fue lo que salvó el prestigio de la Revolución ante tales hechos.

      Estados Unidos no pudo imponer sus condiciones a Cuba, al menos en lo que respecta a su voluntad, y tal muestra de fuerza ético-política no puede ser olvidada.

      La actuación de Jrushchov afectó a su prestigio personal y al de la URSS en Cuba, así como ante el resto del mundo. También afectó seriamente las relaciones entre ambos países, que tuvieron un momento especialmente crítico cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro, durante su visita a Moscú entre abril y mayo de 1963, descubrió que Jrushchov había negociado con Kennedy, a espaldas de los dirigentes cubanos, el intercambio de cohetes cubanos por los de Turquía.

      Cuba ofreció ejemplos de fuerza y autodeterminación al enfrentarse al derribo del avión espía U-2 de Estados Unidos, no permitir sobrevuelos dentro del alcance de sus baterías antiaéreas, no dejarse inspeccionar, plantear sus demandas a través de los famosos cinco puntos de soberanía y denunciar en Naciones Unidas el carácter agresivo y manipulador de la política estadounidense.

      Una experiencia derivada de la crisis es que la continua e incluso creciente hostilidad de Estados Unidos contra Cuba y las acciones de esa potencia, encaminadas a tratar de imponer un régimen político-social de su agrado, son fenómenos que mantienen tensas las relaciones entre ambos países.

      A la luz de las más recientes manifestaciones de la agresiva arrogancia de Estados Unidos y su disposición, incluso al uso preventivo de armas nucleares, la experiencia de la Crisis de Octubre puede servir al mundo de hoy como una inestimable llamada de atención.



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