Washington, 20 de julio de 2015
Excma. Sra. Roberta Jacobson, secretaria
de Estado Adjunta y señores funcionarios
del Gobierno de los Estados Unidos que la
acompañan:
Honorables Miembros del Congreso:
Estimados Representantes de las
Organizaciones, Movimientos e Instituciones
estadounidenses que han realizado ingentes
esfuerzos por el cambio de política hacia
Cuba y el mejoramiento de las relaciones
bilaterales:
Estimados Representantes de las
Organizaciones y Movimientos de la
emigración patriótica:
Excelentísimos Sres. Embajadores:
Compañeros de la Delegación Cubana:
Encargado de negocios José Ramón Cabañas,
funcionarios y trabajadores de la Embajada
de Cuba:
Estimadas amigas y amigos:
La bandera que honramos a la entrada de esta
sala es la misma que aquí fue arriada hace 54
años, conservada celosamente en la Florida
por una familia de libertadores y luego por
el Museo de nuestra ciudad oriental de Las
Tunas, como anticipación de que este día
tendría que llegar.
Ondea nuevamente en este lugar la bandera
de la estrella solitaria que encarna la generosa
sangre derramada, el sacrificio y la lucha
más que centenaria de nuestro pueblo
por la independencia nacional y la plena
autodeterminación, frente a los más graves
desafíos y peligros.
Rendimos homenaje a todos los que cayeron
en su defensa y renovamos el compromiso
de las generaciones presentes y, con absoluta
confianza en las que vendrán, de servirla con
honor.
Invocamos la memoria de José Martí, quien
vivió consagrado a la lucha por la libertad de
Cuba y conoció profundamente los Estados
Unidos. En sus “Escenas Norteamericanas”,
nos dejó una nítida descripción de la gran
nación del norte y el elogio de lo mejor de
ella. También, nos legó la advertencia de
su desmedida apetencia de dominación
que toda una historia de desencuentros ha
confirmado.
Hemos llegado aquí gracias a la conducción
firme y sabia del líder histórico de la
Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, a
cuyas ideas siempre guardaremos lealtad
suprema. Recordamos su presencia en esta
ciudad, en abril de 1959, para promover
relaciones bilaterales justas y su sincero
homenaje a Lincoln y Washington. Los
propósitos que tempranamente lo hicieron
venir, son los que hemos intentado en estas
décadas y coinciden exactamente con los que
nos proponemos hoy.
Muchos en esta sala, políticos, periodistas,
personalidades de las letras o las
ciencias, estudiantes, activistas sociales
estadounidenses, atesoran infinitas
horas de enriquecedora conversación
con el Comandante que les permitieron
comprender mejor nuestras razones,
objetivos y decisiones.
Este acto ha sido posible por la libre e
inquebrantable voluntad, la unidad, el
sacrificio, la abnegación, la heroica resistencia
y el trabajo de nuestro pueblo, y por la fuerza
de la Nación y la cultura cubanas.
Varias generaciones de la diplomacia
revolucionaria confluyeron en este esfuerzo
y entregaron sus mártires. El ejemplo y el
verbo trepidante de Raúl Roa, el Canciller de
la Dignidad, continúan animando la política
exterior cubana y estarán en el recuerdo de
los más jóvenes y de los futuros diplomáticos.
Soy portador de un saludo del Presidente Raúl
Castro, expresión de buena voluntad y de la
sólida decisión política de avanzar, mediante
el diálogo basado en el respeto mutuo y la
igualdad soberana, hacia una convivencia
civilizada, aun dentro de las diferencias entre
ambos gobiernos, que favorezca la solución
de los problemas bilaterales, promueva la
cooperación y el desarrollo de vínculos
mutuamente ventajosos como desean y
merecen ambos pueblos.
Sabemos que ello sería una contribución a la
paz, el desarrollo, la equidad y la estabilidad
del continente, al ejercicio de los propósitos
y principios consagrados en la Carta de
las Naciones Unidas y en la Proclama de
América Latina y el Caribe como Zona
de Paz, firmada en la II Cumbre de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños, en La Habana.
Con el restablecimiento de las relaciones
diplomáticas y la reapertura de Embajadas,
culmina hoy una primera etapa del
diálogo bilateral y se abre paso al complejo
y seguramente largo proceso hacia la
normalización de las relaciones bilaterales.
Es grande el desafío porque nunca ha habido
relaciones normales entre los Estados Unidos
de América y Cuba pese a un siglo y medio
de intensos y enriquecedores vínculos entre
los pueblos. La Enmienda Platt, impuesta
en 1902 bajo ocupación militar, cercenó un
esfuerzo libertador que había contado con
la participación o la simpatía de no pocos
ciudadanos norteamericanos y dio origen
a la usurpación de territorio cubano en
Guantánamo. Sus nefastas consecuencias
marcaron indeleblemente nuestra historia
común.
En 1959, Estados Unidos no aceptó la
existencia de una pequeña y vecina isla
totalmente independiente y unos años
después, aun menos, la de una Revolución
socialista que tuvo que defenderse, y desde
entonces, encarna la voluntad de nuestro
pueblo.
Cito la historia para afirmar que hoy se abre
la oportunidad de empezar a trabajar para
fundar unas relaciones bilaterales nuevas
y distintas a todo lo anterior. Para ello,
el gobierno cubano compromete toda su
voluntad.
Solo la eliminación del bloqueo económico, comercial y financiero que
tanto daño y privaciones ocasiona a nuestro pueblo, la devolución del
territorio ocupado en Guantánamo y el respeto a la soberanía de Cuba
darán sentido al hecho histórico que estamos viviendo hoy.
Cada paso que se avance contará con el reconocimiento y la favorable
disposición de nuestro pueblo y gobierno, y recibirá seguramente el
aliento y el beneplácito de la América Latina y el Caribe y del mundo.
Ratificamos la voluntad de Cuba de avanzar hacia la normalización
de las relaciones con los Estados Unidos, con ánimo constructivo,
pero sin menoscabo alguno a nuestra independencia, ni injerencia en
asuntos que pertenecen a la exclusiva soberanía de los cubanos.
Persistir en objetivos obsoletos e injustos y solo proponerse un mero
cambio en los métodos para conseguirlos, no hará legítimos aquellos
ni ayudará al interés nacional de los Estados Unidos ni al de sus
ciudadanos. Sin embargo, si así ocurriera, estaríamos dispuestos a
aceptar ese desafío.
Acudiremos a este proceso, como escribiera el presidente Raúl Castro
en su carta del 1ro. de julio al Presidente Barack Obama, “animados
por la intención recíproca de desarrollar relaciones respetuosas y de
cooperación entre nuestros pueblos y gobiernos”.
Desde esta Embajada, continuaremos trabajando con empeño para
fomentar las relaciones culturales, económicas, científicas, académicas
y deportivas, y los vínculos amistosos entre nuestros pueblos.
Trasmitimos el respeto y reconocimiento del gobierno cubano al
Presidente de los Estados Unidos por su llamado al Congreso a
levantar el bloqueo y por el cambio de política que ha enunciado, en
particular por la disposición que ha expresado de ejercer sus facultades
ejecutivas con ese propósito.
Recordamos especialmente la decisión del Presidente Carter de abrir
Secciones de Intereses respectivas en septiembre de 1977.
Me complace agradecer al gobierno de la Confederación Suiza por su
representación de los intereses cubanos durante los últimos 24 años.
En nombre del Gobierno y del pueblo de Cuba, deseo expresar nuestra
gratitud a los miembros del Congreso, académicos, líderes religiosos,
activistas, grupos de solidaridad, empresarios y tantos ciudadanos
estadounidenses que se esforzaron a lo largo de muchos años para
hacer llegar este día.
A la mayoría de los cubanos residentes en los Estados Unidos, que han
defendido y reclaman una relación diferente de este país con nuestra
Nación, expresamos reconocimiento. Nos han dicho, conmovidos,
que multiplicarán sus esfuerzos, leales a la tradición de la emigración
patriótica que sirvió de sustento a los ideales de independencia.
Expresamos gratitud a nuestros hermanos latinoamericanos y
caribeños, que han estado de manera decisiva junto a nuestro país
y reclamaron un nuevo capítulo en las relaciones entre los Estados
Unidos y Cuba, al igual que lo hicieron con extraordinaria constancia
muchísimos amigos en todo el mundo.
Reitero nuestro reconocimiento a los gobiernos, aquí representados
por el Cuerpo Diplomático, que con su voz y voto en la Asamblea
General de las Naciones Unidas y en otros ámbitos dieron una
contribución decisiva.
José Martí organizó desde aquí el Partido Revolucionario Cubano
para conquistar la libertad, toda la justicia y la dignidad plena de los
seres humanos. Sus ideas, reivindicadas heroicamente en el año de su
Centenario, siguen siendo la esencial inspiración en este camino que
nuestro pueblo, soberanamente, ha escogido.
Muchas gracias.
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